sábado, 2 de junio de 2007

GLORIA I


Fragmento del libro Cuando comer es un infierno.

"Nada podía consolarme, y todo parecía fuera de control. Mi ropa, antes siempre tan cuidada,
se arrugaba durante días sobre la silla. No me preocupaba por mantener el orden en mi cuarto, o en mis cajones. Ducharme o lavarme la cabeza requerían un notable esfuerzo, y habían perdido toda su carga placentera.

Durante esa temporada se me secaron las lágrimas.

A cambio, un constante dolor en el pecho punzaba de vez en cuando y me dejaba sin respiración. Corría de un lado a otro, con la vitalidad que siempre me había caracterizado, e intentaba cumplir con mis obligaciones, pero al regresar a casa me encontraba agotada y débil,
como si hubiera debido enfrentarme en una lucha con ese día y me hubiera derrotado.

Mi diario no cambió demasiado. No expresaba ninguno de mis sentimientos, la derrota, la tristeza, el abandono, nada salvo un profundo desprecio hacia mi descontrol con la comida y continuos propósitos de enmienda. Observaba mi aumento de peso como si le ocurriera a otro, y me dirigía insultos que jamás me hubiera atrevido a expresar en alto. Me imponía dietas y propósitos absurdos, ayunos que rompía al primer día o que no llegaban a la hora del descanso. Parecía que cualquier cosa que iniciara estuviera encaminada al fracaso.

Mientras estaba a dieta había comprado un par de revistas de salud y belleza que incluían una lista de calorías y que orientaban sobre cómo crear una ingesta equilibrada. Dediqué mis esfuerzos a componer dietas hipocalóricas, basadas en verduras y carne a la plancha, sin tener en cuenta mis necesidades vitamínicas o minerales, sino únicamente mi peso y mi estatura. Memoricé listas interminables de alimentos con sus respectivas calorías, y cómo variaban éstas si las frutas estaban verdes o maduras, si la carne se había preparado a la plancha o frita.

No hubo un solo libro sobre el tema en la biblioteca o en librerías que yo no leyera y memorizara: los resumía y guardaba los esquemas, y me juraba regir mi vida según sus leyes.
Sobre la mesa no apreciaba la comida, su preparación o contenido, si me haría bien o no. Lo único que veía eran cantidades. Quise iniciar otra dieta, y mi madre, que había presenciado todo el proceso sin decir nada, y veía lo disgustada que yo estaba con mi nuevo aspecto, me animó y quiso ayudarme. Le pedí que comprara productos desnatados y light, y, con la excusa de que a todos nos vendría bien mantener el peso, ella accedió sin el menor reparo. ¿Por qué debía sospechar nada? Al fin y al cabo, yo siempre había mostrado sensatez y madurez con mis propósitos, y voluntad para llevarlos a cabo.

Aquel fue el primero de mis innumerables fracasos. Con ninguna de las dietas, dietas creadas
por mí, dietas copiadas, extraídas de revistas, confiadas por las amigas, recuperadas de la memoria, con ninguna logré bajar de peso, y con la mayor parte de ellas engordé. Como es fácil imaginar, no seguía realmente las instrucciones. Era capaz de comer una ensalada con zanahorias y tomate a las dos, para luego, a las cuatro y media, devorar medio paquete de galletas de desayuno, y a las seis, dos tabletas de chocolate, y a la hora de cenar, atiborrada, la pechuga a la plancha que mi madre había preparado con todo cuidado de no excederse
con el aceite, y, como si nada hubiera pasado, fingir hambre y apetito."

8 comentarios. ¿Que opinas tú?:

Ya ni existo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ya ni existo dijo...

Es uno de los primeros libros que lei sobre esta temática, me gustó mucho y al mismo tiempo me dolió mucho ver como en ciertas partes parecía la que era yo quien decía esas palabras, que sufría por lo mismo.

Besos.

Anónimo dijo...

Me gustaría que te unieras a mi recien creado top para blogs en femenino:

http://blogsenfemenino.top-site-list.com/

Saludos:

Syliane

Miranda dijo...

Muy buen libro. Es duro leerlo, pero refleja la relidad de estas enfermedades, en especial, claro, de la bulimia.

Ariadna dijo...

Si... a mi m gusto mucho... muchisimo.

Ver que lo que me ocurria a mi les pasaba a otras chicas, me aliviaba. Bueno, mas que eso, era el saber que yo no era/soy asi, si no que mi situacion psicologica me hacia sentirme y actuar de esa manera.

Saber que puedes cambiar, y que esos rasgos de la personalidad no estan en tus genes es una gran ayuda :).

Miranda dijo...

Sip.

Por cierto, me encanta la nueva imagen del encabezado del blog, te ha quedado muy chulo, me gusta.

Anónimo dijo...

Hola Ariadna!!!

¿Qué tal estás? ¿Cómo llevas los exámenes? Espero que no estés demasiado agobiada pero conociendote un poquillo lo estarás y mucho. A ver si te salen todos bien y tienes un verano relajado. Yo sigo con mucho trabajo pero parece que ya vamos tranquilizandonos un poco.

Menuda entradita! Encima mi ex se llamaba así por lo que me ha traido muchos recuerdos ;-). Muchos buenos eh, así que no te vayas a sentir mal ahora.

Espero saber pronto de tí, que me tienes un pelin olvidado :-P.

Un besote,

Haimeken.

Ariadna dijo...

Miran: gracias x lo del encabezado nena. Besos.

Haime: Pues si, se ve que me conoces bien. Estoy muy agobida. Y creo que no tendre este verano libre. No he conseguido controlar la ansiedad, asi que no he estudiado lo que necesitaba. Asi que... hum... estoy echa una mierda. De puta pena diria, me sale del alma :).

Espero arreglarlo para los examenes que aun tienen arreglo.

Lamento tenerte olvidado. La verdad es que tengo olvidado a todo el mundo. Pero bueno, cuando uno no esta ni para si mismo, no se le puede pedir mucho mas.

A ver si pasa el nubarron y te puedo invitar a una cervecita.

Me alegra que estes mas tranquilo de curro, que cone l calor se lleva mucho peor.

Ya hablamos :). Gracias por el paseo.

Besos.